La mujer está viviendo un momento histórico y no por las razones correctas. Está siendo borrada de la historia a la par de estar siendo puesta a prueba y es un hecho donde ya no guardan las formas siquiera.
En este borrado agresivo de la mujer de la historia por parte del movimiento progresista nos ha tocado defender hasta lo más mínimo e indecible y eso ha llegado hasta como lingüísticamente se identifica nuestro género.
Existe el femenino o masculino en nuestro idioma, uno de los más hermosos y completos del mundo, además, no existe tal cosa como lenguaje neutro o inclusivo y se ha dicho hasta la saciedad, sin embargo, insisten en hacer uso de esto, ya rayando en la obligatoriedad, bajo el chantaje del posterior vapuleo y cancelación muy propio de la izquierda, en este despelote de identidades sin precedentes en la historia del mundo, donde ahora las mujeres llevan bigote y los hombres vestidos.
La razón que utilizan es que debe incluirse a todos hasta aquellos que “no saben” a qué genero pertenecen, las feministas incluso insisten que el uso de la A en todas las palabras, adjetivos, verbos “incluye” a nuestro género, razones que rayan en la idiotez supina. Como mujer no necesito que me llamen “médica” para sentirme con el poder del cargo o representada, por ejemplo. Con que me respeten es suficiente y ellas no lo hacen…
Si vamos a lo del género la ciencia y la biología son claras, clarísimas diría yo. Naces hombre, o naces mujer, existen los casos de hermafroditismo y luego viene la muy manoseada disforia de género que está siendo en la actualidad usada como el factor generador de morbo y popularidad entre celebridades y personas conocidas en medios y redes. Muy aparte de los casos genuinos y sin meterme en estos últimos dos tópicos que son profundamente complicados y dolorosos para quienes lo viven en carne propia, es abusivo e irresponsable pretender que el mundo se adapte a ti cuando estás en una situación de esta índole. Una cosa es ser respetuoso y buscar un entorno amable donde podamos convivir en santa paz y otra es obligar al mundo a que hables, sientas y pienses como yo quiero. No es lógico, no es democrático y mucho menos aceptable.
Días atrás fui censurada dos veces por decir esto en redes sociales y en un podcast, y se equivocan quienes puedan tener esta pretensión. Lo digo porque a mí nadie me censura o calla. Seguiré diciendo lo que considero, puesto que además no lo hago violentando, agraviando ni atropellando a nadie. El problema es que la verdad no gusta para aquellos que tienen la mentira como una manera de vivir, y escogen la violencia y el psicoterror, donde la censura tiene su puesto asegurado.
Siempre me he sentido honrada y orgullosa de haber nacido mujer. Las mujeres somos dadoras de vida, las compañeras perfectas de nuestros compañeros naturales, seres maravillosos que complementan a los hombres en la tierra entre muchas otras cosas. Y ahora más que nunca estoy dispuesta a defender lo que soy.
Lo siento, pero mujer se escribe con A, con A de mamá, amiga, compañera, esposa, novia, hija, con A de amor, jamás con una arroba porque no somos correo electrónico, mucho menos con una X, porque existimos e importamos. No somos “seres menstruantes” mucho menos “personas que se embarazan” somos mujeres y las que nacimos listas para defender lo que somos, estamos aquí para hacérselo saber a quién necesite.
Soy mujer, y a mucha honra.
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
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