Termina esta semana la era Merkel. Angela Dorothea Kasner, su verdadero nombre, física y política alemana que ha ejercido la función de canciller de Alemania desde el 2005 pasa a retiro, habiendo hecho historia en su país y en el mundo en la política.
Sin entrar en analizar sus acciones, así como sus decisiones, es sin duda una mujer admirable a la que hoy aplaudo. Fue firme en sus principios sorteando las situaciones más complicadas no solo en el plano nacional, sino regional en Europa.
Ha sido la segunda mujer en el mundo siguiendo los pasos de la muy admirada Margaret Thatcher en su posición de poder, con un manejo impecable mediáticamente hablando, quien se retira en su mayor momento de popularidad, y de los mandatarios que ha tenido más éxito en el manejo de la pandemia, lo cual es mucho decir.
Ángela fue discreta, jamás se le conocieron escándalos, modesta sin olvidarse que es ciudadana antes que cualquier otra cosa, reivindicado el oficio de ser político. Una mujer de férreos principios a los cuales siempre estuvo apegada, por difícil que fuera la circunstancia.
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Hábil, brillante como diplomática y quien supo navegar ágilmente entre turbulentas aguas, con la gracia que solo ella tiene. Sin embargo, Ángela incurrió en la peor traición, y es la traición a uno mismo. Ángela cambió dramáticamente su vestuario, inclusive su lenguaje no verbal, al empezar su mandato, debido a los reportes misóginos de la prensa.
Y creo que la idea no es modificarse ante las cosas malas, sino cambiarlas y más alguien con su poder. Su característica chaqueta en distintos colores, de corte recto, zapatos bajos y pantalón negro llegaron a convertirse en su uniforme. Error que cometen muchas mujeres en la política, remover y silenciar su femineidad para evitar ser vapuleadas públicamente o cuestionadas en su poder.
No soy amiga de endiosar políticos, pero sí creo que es lo correcto debe resaltarse, así como lo que está mal también. La carrera de la mujer en la política es bastante nueva, de apenas 101 años de vida recién cumplidos. De ser un delito votar, pasamos en una rápida y grandiosa jornada de un siglo, a ser cancilleres, presidentas y primeros ministros. Ángela ha sido parte importante de nuestra historia para quienes somos mujeres y hacemos vida en la política.
Ella les ha enseñado a nuestras niñas, a las jóvenes, que sí es posible hacer una política con decencia, integridad y altura, ganándose su lugar a pulso, y no por cuotas ni con victimismo. En esta época de imposiciones donde se ha desvirtuado totalmente la meritocracia, es bueno refrescarle estas cosas a quienes exigen presencia femenina en la política. Las cosas se ganan con esfuerzo, trabajo, estudios y mérito, ella es un ejemplo vivo y vigente de ello.
Tengo la esperanza de que su legado no será en vano, al menos mujeres como yo lo valoraremos para nuestro futuro en este campo. Fue una gran política y una gran mujer.
Gracias por siempre Ángela…
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
CEO @politicaenfaldas & @politicsinskirtsAuthor | TV/radio host
Cover Image: Jennifer Barreto-Leyva, personal archive