Octubre es un mes de muchas causas y la más cercana a mi corazón entre todas es con la que cerramos, y es concientización, educación y sensibilización sobre el síndrome de Down. Y ya que hablamos de educar y sensibilizar, me gustaría compartir con todos en este, mi espacio, algunas cosas que quizá muchos desconocen del tema.

Trabajo como embajadora de esta causa desde hace muchos años con la gente increíble de FundaDOWN en Venezuela quienes, desde el respeto, la bondad y un discurso de altura, representan, educan y defienden a la población down del país, en medio de una cultura nacional donde por ejemplo lamentablemente se normalizó llamar “mongólico” por insulto a la gente y te ven mal es a ti por pedir que no se use ese término derogatorio.

Image by Jennifer Barreto-Levya, personal archives

Este síndrome es llamado así en honor a John Langdon Down, un médico británico que fuera el primero que clasificara esta condición genética en el año 1866.

Además de esto, alquiló una casa con su peculio personal, para hacer una suerte de refugio donde pudieran estar a salvo niños, jóvenes y adultos con esta condición, puesto que, en aquella época, gracias a la ignorancia con el tema, eran golpeados, sometidos a hambrunas, no contaban con aseo ni los más mínimos derechos, a diferencia de ahora, que, en líneas generales, el mundo ha tomado más conciencia y los ha integrado en sociedad.

De las muchas cosas que he aprendido de mis amados down, es que tienen un desarrollo sexual perfectamente normal, entienden absolutamente todo lo que se les dice, y tienen una sensibilidad que palidece al más agudo.

No les gusta que los llamen “angelitos” “personitas especiales” ni ningún otro calificativo u adjetivo en el mismo tono. Les gusta que los traten con normalidad, ser respetados, que no los subestimen, y que entiendan que son personas capaces, en distintos niveles, de llevar una vida normal.

Concuerdo con los padres y familiares de mis amados down, que en muchas ocasiones son usados y eso no está bién. Hay causas y plataformas que los utilizan, y somos tontos, pero no tanto. Son tan sensibles y tan ajenos a la maldad, que perciben cuando alguien es malo, y sin embargo reparten abrazos, sonrisas y ese brillo en los ojos tan bonito y característico de ellos no se apaga por un instante, mientras tímidamente llegan a intercambiar palabras con esa persona.  Así que cuidado, que no son tontos, son buenos y mucho.

De ellos he aprendido tantísimo. Vivimos en el mundo un momento histórico complicado, donde se pelean el bien contra el mal, donde hay tantas personalidades oscuras mezcladas entre los buenos para dañar, tantas cosas terribles pasando, y, aun así, ellos jamás dejan de ser los seres maravillosos que son. Y creo firmemente que así debiéramos ser un poco todos en la vida. Que la miseria jamás nos secuestre el verbo, que nunca nos arrope el alma, y mucho menos sea el timón de nuestro accionar en la vida

Espero que antes de lo que pensemos, ya no sea necesario a través de leyes, conminar a la gente a que los incorpore a la vida laboral, que no haga falta campañas de sensibilización para saber que ciertas cosas no está bien decirlas.

Me gustaría creer en que vamos a evolucionar como seres humanos, aunque los hechos lamentablemente reflejan otra cosa, en extremo diferente. Siempre es posible ser mejores, porque como siempre digo, somos mejores que eso.

¡Hasta la próxima!

By: Jennifer Barreto-Leyva

CEO @politicaenfaldas & @politicsinskirtsAuthor | TV/radio host

 

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