Recientemente disfrutaba del programa del teólogo Matt Walsh donde educa e instruye desde el punto de vista académico sobre la cultura ‘woke’, sumándole su línea editorial claro está, en el que tiene una sección donde desmenuza y aconseja sobre todo lo que está sucediendo en cuanto a relaciones de pareja, gracias a los avances, movidas y tácticas del movimiento progresista y debo decir que terminé más preocupada, desencantada y triste de lo que estaba al comienzo.
De las primeras cosas que advierte es que estamos no solo viviendo, sino presenciando una de las épocas más críticas que se haya registrado en la historia, culturalmente hablando. Si bien es cierto que en los últimos años hemos venido viendo una preocupante falta de compromiso entre hombres y mujeres en cuanto a relaciones, desmoralización, y banalización de sentimientos y valores, ahora contamos con elementos que no vienen precisamente a ayudar en esta conversación.
Elementos como las “nuevas masculinidades”, abortos planteados como derechos humanos, la deshumanización, el hembrismo, la pérdida total del lado femenino y maternal natural de la mujer entre otras, están ejerciendo una terrible influencia y por consecuencia daño en el núcleo fundamental de la sociedad que es la familia.
No es casualidad que tan solo en los Estados Unidos, el promedio de celebración de matrimonios haya reducido del 49% al 20% tan solo del año 2020 al año 2021. Grave, muy grave.
Comenta Walsh en un tono cínico -el cual fue reprochado por quienes critican su espacio en YouTube- que las cosas están tan mal, que en este momento hasta es preferible los matrimonios arreglados. Horas después tuvo que salir a aclarar que estaba siendo irónico y explicar el claro propósito de sus expresiones. Y sí, en efecto creo firmemente que las cosas están mal, muy mal…
Dentro de su análisis hablaba de las aplicaciones o portales de citas online y de la parte que no a todos les gusta hablar y escuchar: de lo perjudicial que se han convertido estas herramientas y como han deshumanizado el proceso natural de enamoramiento entre un hombre y una mujer. “¡Salgan y retomen el cortejo de siempre por favor! Volvamos a ser humanos” Exclamaba Walsh ya al final de su programa.
Si bien es cierto que el internet es una herramienta maravillosa que ha conectado a millones de seres humanos, reconectado otros y el gran responsable de millones de historias de amor, de familias reencontradas entre otras historias, esta es una herramienta que ha sido también canal y vitrina de lo más bajo del ser humano.
Fenómenos como el gaslighting, estafadores seriales y psicópatas como Simon Leviev el protagonista de uno de los documentales más populares de esta temporada en Netflix (The tinder swindler) entre otros terribles fenómenos, son las cosas que el apuro por vivir, la deshumanización y el mal llamado progreso del hombre han terminado gestando y creando.
Lo he comentado con amigas, con especialistas y con invitados de mi programa, todos en sintonía de criterio y desafortunadamente es una realidad que muchos no desean ver.
Nos acostumbramos a la cultura del click y aquello de ser humanos, de comportarnos como seres pensantes y sintientes parece que se nos hizo conveniente y fácil dejarlo a un lado.
Atrás parece haber quedado la época de serenatas, de galanterías, detalles, de comidas preparadas con amor y dedicación, cartas escritas a mano, de responsabilidad afectiva, integridad, ese juego tan hermoso de conquistador-conquistada que a la vez es tan emocionante y da para tantas bonitas historias.
A empujones se impone la cultura de “me aburres, te bloqueo de todas partes y sigo engañando y usando gente” profundamente peligroso, triste, desmoralizante, amén de la base escabrosa, psicopatoide y podrida que se está gestando como sostén, esquema emocional y estructura de la sociedad.
A propósito de que estamos en el “mes del amor” me permito esta breve e intensa reflexión, en medio de un mar de preguntas e incertidumbres que me embargan como mujer soltera y como hija de un matrimonio sólido de 47 años.
Seguiré creyendo en el amor, pero no en ese que deshumaniza, ese irresponsable y de cartón.
Progreso con degradación, deshumanización y degeneración, no es progreso.
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
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