Si me hubieran advertido algunos años atrás, que todo lo que estamos viviendo iba a suceder, jamás lo hubiera creído, porque confieso, por momentos estoy en negación del sacudón que el mundo vive.
La conversación del aborto vuelve a cobrar vida, cuando muchos pensamos que era un fantasma del pasado que no nos perseguiría, terminamos equivocados, porque este es un monstruo dormido, al que no podemos seguir subestimando.
Renace de las cenizas judiciales, la sentencia de las más viciadas legalmente hablando y que por lejos debería dar vergüenza a sus actores, que ya habrán oído mencionar en repetidas oportunidades: Wade vs Roe.
Este caso fue llevado legalmente por las de las abogadas feministas Sarah Weddington y Linda Coffee, sin embargo, el rostro más visible fuera la también abogada y feminista Gloria Allred, quien llevara la batuta en la parte mediática del que entonces fuera un escandaloso caso que aún sigue moviendo fibras.
Norma McCorvey, conocida a los fines del proceso como “Jane Roe” para resguardar su privacidad e identidad, quiso acceder al aborto legal y no pudo, pasó todo este proceso legal embarazada llevando a término feliz su maternidad, sin embargo, dio en adopción su bebé, y que tanto la prensa como la Corte Suprema de los Estados Unidos llamaría hasta la fecha “Baby Roe” para no exponer a la pequeña a las jaurías que en aquel entonces batallaban en contra de la vida.
Este era el tercer hijo para Norma, una mujer con una vida sentimental bastante inestable y accidentada, quien quiso abortar porque según sus propias palabras, creía que el padre de la bebé estaba enamorado de ella y no era así, por tanto, no quería que la pequeña siguiera con vida. Escalofriante e irresponsable por demás.
A Norma se le pagó para inventar una historia, la cual serviría de testimonio clave para tener éxito en la lucha feminista de aquel entonces (Año 1969) sin embargo fue finalmente despenalizado el aborto en el año 1973. Y aunque McCorvey lo negara, eventualmente admitió que todo era mentira. Confesó haber sido presionada por sus abogadas a mentir, y estas admitieron tal mentira, justificándolo que era por una “buena causa”.
Y aquí se cumple el viejo adagio que reza “Lo que comienza mal, mal termina” porque solo habría que dar un vistazo al panorama actual para darnos cuenta, que lo que se vendió como un “derecho” (que no lo es) terminó mostrando el horror que se esconde tras estas gestas y sus actores.
60 millones de niños asesinados es lo que se cuenta a la fecha desde que se despenalizó el aborto, tráfico de fetos, sectas, mujeres muertas o estériles, matrimonios rotos gracias a este procedimiento médico que algunas se toman con singular alegría, entre otras menudencias. Cifras y hechos de los cuales nadie con un mínimo de decencia pudiera sentirse orgulloso o aplaudirlo.
El circo abortista se reactivó, ahora en forma de fuga de información desde la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos –que no es cualquier cosa– con lo que considero firmemente es una forma de presionar a los jueces liberales y progresistas, a no dejar que se concrete la abolición de tal sentencia, que, de darse, cerraría el festín de horror que empresas como Planned Parenthood mantienen a la fecha.
Hacerse desentendido con este tema, es ruin y miserable, lo digo enfática y categóricamente. Estamos hablando de seres frágiles que no tienen voz, que no saben ni pueden defenderse, hablamos de moral, de valores y de la vida que es sagrada.
Ahora más que nunca debemos mantenernos vigilantes, porque lejos de terminar, la batalla por la vida, me temo que apenas empieza…
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
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