El movimiento progresista si algo tiene es que le hace honor a su nombre, progresa y no se detiene, pero no para bien, y eso quienes tenemos una pizca de decencia y sentido común lo sabemos y hemos notado.
Dentro de sus nuevos inventos absurdos, viene creciendo con fuerza desde hace tiempo una propuesta: nuevas masculinidades. En teoría y papel, es una invitación a replantearse esquemas arcaicos y machistas, lo cual no estaría mal que algunos lo hablaran. Sin embargo, como toda movida de la izquierda, esto viene con segundas intenciones.
Hay un ataque claro, evidente y macabro a la familia, a la mujer, y al hombre, todos por separado. Mientras más frágil y endeble esté el enemigo, es más fácil de derrotarlo.
Ingenuamente pensé, que era una pataleta nueva de las feministas, que siempre buscan y encuentran nuevas formas de expresar su odio por los hombres, y que no pasaría de allí. Mi sorpresa fue recientemente, al ver a un grupo de chicos, de unos 25 años, portando en una foto con orgullo un diploma que los certificaba como “hombres deconstruidos”. Confieso que todavía me cuesta digerir lo que vi.
Mientras la mayoría se reía, a mí me generó preocupación porque vi más allá.
La ciencia y la biología son maravillosamente precisas, y de tal contundencia, que por más que se les porfíe con artilugios, siempre retoma su cauce y vuelve a lo que es originalmente.
Hombres y mujeres somos diferentes y complementarios, increíble que esta lección de primer grado, haya que repetirla a adultos que dan claros síntomas de demencia selectiva, porque no hay otra opción para explicar lo que sucede definitivamente.
Me hizo ruido desde el primer día esta propuesta porque desmenuzándola la percibí en exceso macabra, y el tiempo así me lo ha demostrado.
Este tema junto al aborto, fueron para mí la gota que colmó el vaso y lo que me hizo retirarme del mundo de la moda, al que pertenecí por 30 años. Poner en mi lugar a un hombre con vestido en la portada de una revista y hacerme creer que era lo máximo, o usarme como modelo para promover el aborto, eran dos opciones inviables y absolutamente reprochables. Me cansé de luchar sola contra este monstruo y fue cuando regresé a la política, donde -por ahora- soy útil y feliz.
Lo que más me asombra y perturba es la naturalidad con la que tantos jóvenes han adoptado todo esto y celebran estar siendo feminizados. Cuando conversé con amigos psiquiatras y psicólogos, todos confirmaron mi teoría; les ha hecho falta no solo estructura familiar, sino papá y mamá que les reforzaran su identidad masculina y su masculinidad, lo cual, a su vez, refleja un alarmante número de jóvenes que están totalmente a la deriva, intervenidos e indoctrinados, con la agenda progresista y que también serán víctimas de todo lo que venga, una vez se concrete todos los objetivos de esta malévola agenda.
Quienes idearon esto, además de tener un profundo resentimiento, es evidente que jamás tuvieron la bendición de contar a su alrededor con hombres de bien, que las amaran y cuidaran. Esto no solo lo he ponderado, sino que, además, lo he consultado con una larga lista de especialistas de la salud mental.
Nadie en su sano juicio, puede realmente sentir la necesidad imperiosa de dejar frágil y al desnudo a un ser humano, y eso justamente es lo que resulta cuando despojas a una persona de su identidad.
Encuentro aún más perverso y delicado, que profesionales y académicos de la salud mental y emocional se estén prestando para esta agenda maligna. Hoy lo aplauden y ríen, pero mañana, tengan la plena seguridad que lo van a lamentar.
Las mujeres tenemos herramientas naturales que, de alguna forma, nos conectan con nuestra feminidad, como el embarazo. Sin embargo, los hombres, están bastante desprovistos de estas herramientas, por ello encuentro sensiblemente peligrosa esta nueva bufonada progresista.
Quizá a niñas y jovencitas manipulables aceptan y les hace gracia por un rato tener amigos y pareja “deconstruidos” pero llegará el momento, el tiempo siempre sabio poniendo todo en su santo lugar, que despierten y entiendan que una versión de ellas masculina, es aberrado, antinatural y sí, muy ridículo.
Las mujeres bien plantadas, hechas y derechas, rechazamos el deconstruir las masculinidades categóricamente. Nosotras celebramos tener al lado, un hombre fuerte, seguro, masculino, varonil, siendo hombre, en resumidas cuentas.
Invito a los caballeros que me leen, a que defiendan lo que son con fuerza y determinación ¡Sin miedo!
Protejan a sus compañeras de vida, a sus hijos, a su familia.
Llevo tiempo a través de mis letras, evocando la vieja escuela de la vida, lo tradicional, lo que funciona y necesitamos. Veo que no exageraba para nada…
Estamos atravesando un momento tan complicado, denso y oscuro, que no nos podemos permitir esta nueva clase de hombres, que tienen más esmaltes de uñas y vestidos, que los mínimos conocimientos de cómo mantener un hogar.
Como diría Michael Hopf: “Los tiempos difíciles crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Y los hombres débiles crean tiempos difíciles”
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
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