El progresismo, de toda la vida, ha usado macabras y perfiladas maneras para conquistar sus objetivos. Siempre buscan crear narrativas nuevas, normalizar lo que no es normal, glamorizar todas las aberraciones.
Sus tácticas son casi imperceptibles, lo cual explica que muchos de nosotros si no es que todos, hemos caído en algún momento en sus movidas. Y como no creo en los moralismos ni en los “te lo dije”, apuesto más bien por tomar este momento histórico que vivimos para aprender, y así no repetir nunca más nada de lo vivido.
Usan de forma permanente el revisionismo histórico, la reconstrucción de historias, la invisibilización de personas, momentos, hechos. Para ellos todo vale, y no hay escrúpulos, con tal de lograr sus objetivos.
Una de esas tácticas usadas por ellos, la principal diría yo, es el lenguaje. A través del lenguaje llevan sus ideas, las comunican, comparten y normalizan sus propuestas.
No hablan jamás por ejemplo de apropiación de la propiedad privada, sino de justicia social, equidad y redistribución de las riquezas, hablan de intolerancia, cuando por ejemplo alguien no concuerda con ellos. Peor aún, se refieren a “discurso de odio” a la argumentación que alguien haga en desacuerdo a sus propuestas. Satanizan y romantizan a conveniencia las cosas.
Recientemente han comenzado a hablar de “crisis de embarazos” para referirse a los abortos, porque vieron que la gente despertó y no están dispuestos a apoyar el asesinato de inocentes. No existe tal crisis, no existe emergencia al respecto, sin embargo, sí existe el desespero al seguir monetizando la muerte de inocentes y el perjurio de mujeres y familia. Porque eso es el aborto, horror y dolor.
Cada cierto tiempo hacen un rebranding, para presentar sus ideas, de una forma más amable o creíble.
Recientemente la diputada Isabel Franco del partido de izquierdas español Podemos, anunciaba en sus redes con bombos y platillos que estaba embarazada. Pero como es de esperarse con gente progresista, no iba a ser un anuncio normal.
Primero le da las gracias al Estado, es decir, a los contribuyentes que es de donde sale el dinero, porque gracias a la mano de “papá Estado” puede llevar a cabo su embarazo. Bien sea porque el Estado, es decir, usted contribuyente, pague inseminaciones artificiales o porque la señora Franco reciba subsidio a raíz de su estado de buena esperanza.
Pero aquí no termina todo.
Acto seguido anuncia que lo que comienza para ella es una nueva aventura, y que ella ahora tendrá una familia “monomarental”.
¿Había escuchado usted eso? Tranquilo, yo tampoco, porque además tal cosa no existe.
Existen madres solteras, madres criando hijos solas, bien por padres irresponsables, por irresponsabilidad propia, o por decisión, lo que tiene una cuota de irresponsabilidad intrínseca. Pero no existe tal cosa como la “monomarentalidad”
¡Qué despelote lingüístico por Dios!
Las familias se componen por papá, mamá e hijos, de toda la vida. No por capricho personal, la biología y el sentido común mandan.
Que a usted no le guste o parezca son otros veinte pesos. Por tanto, este nuevo invento de “monomarentalidad” es eso, un invento. No existe.
Cuando digo que debemos cuidar a los menores de edad, pero a nosotros mismos también, me refiero a cosas como estas. Todas estas artimañas engañan y marean hasta al más tonto. Ese es el fin último: confundir y convencer, romper nuestras estructuras con la excusa de que son “otros tiempos”.
Quizá sea mi naturaleza conservadora la que habla, pero no, esto no se debe permitir, no se debe ser flexible ante todas estas gestas, el momento histórico que vivimos así lo exige.
Mi invitación esta semana, es a defender la familia, donde todo empieza, donde el amor se vuelve eterno y donde todo termina.
Porque como siempre digo, progreso con degeneración, no es progreso.
By: Jennifer Barreto-Leyva
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