Esta semana -a mi juicio- ha sido de esas donde las bajezas políticas han hecho gala en la política norteamericana.
El vice gobernador del estado de Pensilvania y aspirante a la reelección John Fetterman tuvo un vergonzoso papel ante uno de los debates previos a elecciones de medio término con su contrincante, el Dr. Oz, quien viene de una corta carrera política con inicios bastante inestables. Debate que fue público, a la vista de todo el país, con medios presentes. No quedó nadie indiferente.
Fetterman hace algunos meses tuvo un derrame cerebral, del que su médico el Dr. Clifford Chen aseguró en repetidas ocasiones inclusive con informes detallados, que estaba completamente recuperado, sin daños aparentes, pero la realidad es siempre aplastante.
En casi todas sus apariciones luego del derrame, Fetterman ha balbuceado, ha tenido considerables lapsos mentales y se ha mantenido con una imagen bastante informal y poco respetuosa, rayando en la indigencia, de cara a los constituyentes, presentándose en todo lugar con ropa de hacer ejercicio, por nombrar algunos de los elementos que se observan con facilidad. El debate fue el epítome del desastre con todo lo anterior descrito.
Analizando todo esto, me pregunto si de verdad aquello de que todo se vale en la política, esta vez deba ejecutarse o usarse de justificativo.
Expusieron a un hombre convaleciente, con una discapacidad leve, en una de las elecciones más peleadas e importantes de la historia de los Estados Unidos, nada más y nada menos, solamente por no perder espacios y el poder.
Y esto no termina aquí. Su esposa, Giselle Barreto Fetterman, quien se identifica públicamente como bisexual, y promueve la ideología de género, como buena progresista que es, fue quien empujó a su esposo a salir a la palestra pública a asistir a debates y eventos.
¿Qué clase de mujer eres cuando expones, vulneras y abusas así de tu marido? Cuando se supone que debes amarlo y protegerlo a toda costa y de todo.
Su médico quien también mintió al público, ha sido financista del partido demócrata por años. ¿Por qué no le cuentan esto también a la gente?
De la otra acera, los memes burlándose de la salud mental de Fetterman no se hicieron esperar. Entiendo que los momentos de debilidad del contrincante son los perfectos para atacar, pero yo que creo y trabajo duro para elevar el nivel de la conversación y debate en la política, considero firmemente que en estas situaciones alguien debe ser la voz de la razón, y no prestarse a juegos infantiles de memes y burlas. Llámeme usted como quiera, pero si los afectos y personas de confianza de Fetterman no tuvieron compasión y sensatez, yo sí la voy a tener.
¿Han servido de algo los memes? Paséese por la política latinoamericana y luego me cuenta.
En unas elecciones tan neurálgicas como estas, para Estados Unidos y por consecuencia para el mundo, deberíamos todos, tomarnos más en serio las cosas. Hacer pedagogía política porque hay gente que a estas alturas aún no comprende conceptos que son vitales para ser un elector responsable.
Y volviendo a la pregunta que dio pie a mi columna de esta semana, mi respuesta es no, no se vale todo en política, aún más cuando se trata de afectos personales o de la libertad del país más importante del mundo.
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
CEO @politicaenfaldas & @politicsinskirtsAuthor | TV/radio host