El 2023 es un año de grandes y profundos retos, donde nos toca defender la quebrada y escasa libertad que queda en el mundo, pero muy en especial en Latinoamérica, donde el proyecto más maquiavélico políticamente hablando de esta era, el Foro de Sao Paulo, está prácticamente cristalizado, tal y como se ideó.
Nos toca defender con igual ahínco a la familia, donde todo empieza y donde todo termina, estructura vital para el funcionamiento del individuo y de la sociedad que está bajo un feroz y brutal ataque sin precedentes y que de nuestras actuaciones depende que continúe o no esta institución que para muchos de nosotros es sagrada, sin más.
Sin embargo y no menos importante, sin querer sacar el victim card que es tan dañino y detestable, este será sin duda un año difícil para la mujer.
La más reciente ola del feminismo hizo de las suyas el año pasado, poniendo en el tapete la conversación del aborto, vendiéndolo como un derecho y salud, cuando es el nada más y nada menos que el asesinato del hijo que llevas en el vientre. Las cosas deben llamarse por su nombre.
Este movimiento pasó de ser algo meramente reivindicativo para las mujeres en épocas donde era necesario, para convertirse en una ideología desnaturalizante, misógina, y colectivista. Una mafia social, donde si no te sometes a sus imposiciones, eres no solo cancelada, sino silenciada y borrada del mapa en todas las formas posibles. Si eso es defender los derechos de las mujeres, que quedará para quienes los atropellan.
El 2023 es un año donde la mujer se enfrenta a retos complicados, puesto que se nos está orillando a la desnaturalización, a abandonar de forma silenciosa y paulatina a nuestra característica principal, la femineidad, pero, además, el aborrecer e ir renunciando a uno de los actos de amor más grandes que puede tener una mujer: el ser madre y esposa.
Se nos ha metido a hombres y mujeres en una batalla infantil y absurda, que solo está generando consecuencias negativas.
Siempre lo he dicho, los hombres son nuestros compañeros naturales, y el hacer de esta dupla maravillosa que somos algo negativo y satanizarlo, nos pasará factura a todos, si no sabemos detener el desquiciamiento social que hasta ahora ha tenido éxito, manipulando a unos y otros.
Las mujeres tenemos un papel clave y vital en la sociedad y en la familia, somos quienes gestamos en nuestro vientre a nuestros hijos, con la intervención igual de importante y necesaria de los hombres. Nos necesitamos y complementamos. Dejarnos manipular para enemistarnos y atacarnos mutuamente, ha sido una falla imperdonable de muchos y un gran éxito del progresismo.
Nosotras damos no solo el amor de madre, sino el calor de hogar al hogar, la compañía necesaria y complemento perfecto de nuestros compañeros naturales: los hombres. Amor y calor que no se puede operar ni hormonar, aunque a un 1% de la población, esa que nos quiere imponer su estilo de vida, no le guste aquello de la biología y la realidad.
Ceder ante las firmes pretensiones de la izquierda y el movimiento progresista, ha sido un enorme acto de cobardía y dejadez de todos, en éste particular caso, de nosotras, quienes además, enfrentamos algo nunca visto: el borrado de las mujeres, ese mismo al que desafortunada e irónicamente muchas mujeres están contribuyendo de forma directa, al aplaudir y permitir las insolencias de este 1% de la población mundial que vive hablando de diversidad y tolerancia, sin embargo, ejecutan de violentas maneras el silenciar y censurar todo aquel que no concuerde con ellos.
Un año de retos profundos, donde si nos seguimos descuidando, perderemos la bendición inmensa que representa el haber nacido mujer.
¿Está usted lista y presta para dar la batalla?
Yo estoy dejando la piel en ello, muy orgullosamente.
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
CEO @politicaenfaldas & @politicsinskirtsAuthor | TV/radio host
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