Vivir en esta era distópica, ha sido quizá de los restos más grandes que nos ha tocado enfrentar a todos, llámese usted liberal, conservador, ecologista o manicurista. Todos estamos padeciendo en tiempo real, esta agenda destructora, que muchos siguen empeñándose en llamar “teorías de conspiración” con burlas incluidas.

Burlas muy propias de ignorantes.

Y esta era agenda transformadora –y nunca mejor dicho– trae consigo políticas y estructuras silenciadoras de todo pensamiento crítico, al precio que sea.  Sencillamente no conviene que usted sea autónomo y piense por cuenta propia.

La cultura de la cancelación, nacida en la era Nazi, sistema criminal que busca callar y desarticular toda voz disidente y crítica, renace con esta agenda macabra, con la ayuda de los débiles mentales, los mismos que se han prestado históricamente para posicionar dictadores y criminales en posiciones de poder, así como validar perversiones, solo por mencionar solo algunas instancias.

Me cuesta creer aún, como es que alguien dice algo y de inmediato todos lo creen y reaccionan como desaforados, sin cuestionar, sin desmenuzar y analizar los posibles escenarios de esa situación, el trasfondo tras los alegatos, y la larga lista de cosas que se deben ponderar a la hora de emitir juicios y más delicado aún, ejercer acciones con toda autoridad moral, autoridad que la verdad, nadie tiene.

Los que hemos sido víctimas de la cultura de la cancelación, sabemos de propia mano, los alegatos absurdos, ridículos y hasta infantiles que presentan los villanos digitales transformados en perfectas turbas, para ejercer la superioridad moral que ellos mismos se otorgan, con tal de ver ejercida la justicia, según sus preceptos y estructuras personales.

Son resentidos sociales que dudo tengan control de nada en su vida.

Viven hablando de justicia, respeto y de tolerancia, cuando justamente sus acciones son todas abusivas, violentas, dictatoriales y mafiosas. Son los grupos de choque y esclavos perfectos de todo manipulador que haga vida en el mundo 2.0.  Realmente patético.

Este sistema criminal de neutralización del “enemigo” y su pensamiento crítico, no conoce de límite alguno. Ocasionan enfermedades, difaman, acosan, inclusive llegando a la muerte. Ejercen todo tipo de delitos sin el menor miramiento, pretendiendo señalar al prójimo con las manos empañadas en lodo.

Lo más preocupante, es la poca resistencia que estos delincuentes digitales encuentran. Sus maneras son violentas, inmorales y vejatorias con todo conocimiento de causa.

Cada vez se producen más episodios de turbas digitales en redes, y cada vez son menos las personas que ponen resistencia y alzan su voz ante esto.

Y sí, hay que decirlo. Pocas cosas son más tristes que los que llamo “peones del progresismo”, simplemente son tontos útiles, a los que ya les llegará su momento en ser aplastados por la aplanadora globalista.  Aún no se dan cuenta que los están manipulando y usando con macabros fines.

Cuando despierten, ya nada podrán hacer.

No importa cuando usted lea esto, pase lo que pase, defienda su libertad de pensamiento, criterio y expresión.

Y en esto, está intrínsecamente relacionada la responsabilidad. Insultar, vejar y violentar a otros argumentándolo como libertad, como que no. Los valores y la educación deben estar en todo, hasta en las formas de expresarnos.

Sé que puede llegar a ser difícil el enfrentarse a las turbas digitales sancionadoras del pensamiento crítico, pero hay que resistir.

De solo imaginar el mundo totalmente sucumbido a lo criminal y detestable de las patrullas de la policía moral, se me hace un platillo difícil de digerir, por el que se paga un alto precio, que no pienso pagar, es decir, mi libertad.

Y aquí va mi consejo de esta semana: bloquee a todo el que tenga que bloquear.  Si usted conociera en carne propia como me tocó a mí, saber quiénes y con qué fin, entran a redes sociales a vejar, insultar, difamar y descalificar saldría despavorido a exiliarse en Júpiter sin ticket de regreso, puesto que despuntan en ese selecto club, luego de los peones del progresismo, nada más y nada menos que la triada de personalidades oscuras: narcisistas, sociópatas y psicópatas integrados.

Ellos –quienes normalmente se escudan en el cobarde anonimato– se esconden en una falsa valentía para destrozarle, usted inocentemente cae en una provocación creada para eso y digiere toda esa hiel digitalizada que hasta podría costarle la vida.

A la par ellos, luego de saberle quebrado y haber perturbado su paz, apagan su dispositivo electrónico y siguen como si nada con su vida, campantes y sonrientes por haber logrado su propósito.

Usted no debe tolerar nada a nadie. Su tranquilidad y salud mental están primero, sin discusión.

Y antes de creer o asumir nada en redes, por más evidencia que haya, tenga cuidado. Se lo digo con propiedad, nada es lo que parece.

¡Hasta la próxima!

By: Jennifer Barreto-Leyva
CEO @politicaenfaldas & @politicsinskirtsAuthor | TV/radio host

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