El progresismo busca derribar el sistema estadounidense utilizando su mejor arma: los medios de comunicación.
El Progresismo es una doctrina que nace de la necesidad de mantener viva la izquierda política que fue derrotada en el terreno económico en el siglo pasado.
El capitalismo durante el siglo XX mostró su superioridad para generar riquezas y bienestar a los ciudadanos. Sus resultados económicos fueron un caudal de bienes de consumo que profundizó y ensanchó el ingreso real de los trabajadores; aumentó el poder adquisitivo y elevó progresivamente el nivel de vida de las masas.
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Este fenómeno permitió que las clases populares y medias dejaran a un lado la lucha de clases la cual fue promovida por el marxismo tradicional y acompañaran con mucha más fuerza la propuesta política de la derecha liberal y conservadora, que buscaba garantizar el libre mercado y la propiedad privada.
El Progresismo es una mutación de la izquierda soviética tradicional que levanta las banderas del reformismo, aparenta sintonizarse con las ideas de la democracia y la libertad, pero en el fondo esconde el mismo contenido ideológico de la izquierda revolucionaria radical, disfrazada de moderación y centralidad.
Esta ideología tiene décadas posicionándose en diversos sectores de la sociedad; en instituciones, sociedad civil, donde puedan germinar con facilidad sus ideas y que este mismo espacio pueda ser utilizado para mantener una difusión del mensaje “progre” hacia la población.
Hasta ahora una de las instituciones sociales donde el progresismo ha tenido un indudable éxito es en los medios de comunicación postmodernos. Sus ideas han sido fácilmente asimiladas y aceptadas por periodistas, artistas, youtubers y comentaristas, en redes sociales, prensa digital, cadenas de televisión y radio.
Esta realidad ha originado un cambio sustancial en el comportamiento de estos medios de comunicación. Los medios han dejado de buscar los hechos y realizar el análisis a través de la razón, para interesarse en la creación de sentimientos, importan más los seguidores y las entradas a los espacios informativos que el prestigio de la fuente o la veracidad del contenido informativo.
Los ciudadanos en esta nueva era digital y de comunicación parecen necesitar cada vez más la información que brindan las redes sociales y los medios digitales para tomar decisiones, información “fidedigna” que nos ayude a elegir que artículos comprar, que entretenimiento realizar y a que lideres votar. Los representantes de estos medios informativos no solo son conscientes de esta situación, sino que la promueven deliberadamente.
Los medios se han dado cuenta a través de estudios de psicología social y cognitiva, que la mente humana no busca necesariamente la verdad, sino que actúa para confirmar sus propias creencias, y esta es la clave en este proceso de manipulación mental. Estos no sólo buscan orientar una opinión sobre un determinado tema en particular, sino que buscan desarrollar o instalar creencias personales e ideológicas en cada ciudadano a través de métodos informativos muy bien pensados. Entre estos métodos están la narrativa hegemónica.
Esta práctica consiste en crear un ambiente informativo donde se transmite un solo mensaje por distintos medios, reduciendo drásticamente las alternativas informativas, utilizando personalidades, líderes y métodos que refuercen la opinión hegemónica y se castigue la disidencia.
Esta estrategia de manipulación mental se ve con más claridad en el actual proceso electoral estadounidense. Los medios de comunicación han movilizado una inmensa cantidad de recursos para posicionar una narrativa hegemónica que sustente el pensamiento progresista; una narrativa que tiene la misión de construir una realidad que no se ajusta a los hechos y a los datos objetivos, pero si se sintoniza al mensaje político que los medios difunden desde hace años, un mensaje que se adapta a las creencias que se han tratado de formar en la psique de la población.
Este fenómeno se denomina Sesgo de confirmación, se facilita la recolección de evidencias que satisfaga las expectativas de modo que refuerce la opinión que previamente se ha instalado en las personas.
Con esta estrategia hoy se busca derrotar al presidente estadounidense Donald Trump y todo lo que representa su modelo político, convirtiéndose los fake news en campañas de desinformación y en verdaderas armas para influir en los procesos electorales y derribar el sistema político estadounidense.
By: Jesús Hernández
Psicólogo Clínico
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