Ayer tuve el honor y el placer de compartir con un grupo de compatriotas una nueva jornada por la libertad en Canadá. Para aquellos poco familiarizados con los acontecimientos del país del norte, se pueden resumir de la siguiente manera: tras el anuncio de Justin Trudeau de exigir el pasaporte sanitario a los transportistas provenientes de los Estados Unidos, un gran movimiento de camioneros por la libertad se levantó en protesta y se dirigió a la ciudad de Ottawa.
A este movimiento de camioneros, la mayoría de los cuales ha servido ininterrumpidamente a la cadena de suministros durante los años de la pandemia, se han sumado otros ciudadanos descontentos y actores políticos que consideran que es tiempo de poner un alto a las medidas sanitarias impulsadas por el gobierno federal, las cuales juzgan de arbitrarias y tiránicas.
Así, con un gran convoy de cientos de miles de vehículos, pesados y domésticos dirigiéndose a la capital canadiense, con más de ocho millones de dólares recaudados para su causa hasta ayer y un sinnúmero de simpatizantes en todo el país, es evidente que nos encontramos ante un momento histórico de gran envergadura.
Con esto en mente, el viernes por la tarde recibí un mensaje de mis colegas de Digital Dominium, invitándome a una pequeña, rápida pero muy sentida misión para documentar de primer plano los sucesos en la capital. Acepté sin titubear y preparé el equipo esa misma noche.
El viaje en un pequeño Accent y con tres venezolanos-canadienses ateridos a -22°C empezó temprano en Dorval (Quebec), desde donde nos dirigimos a Ottawa en una travesía que en tiempos normales hubiese durado menos de dos horas. Jamás imaginaríamos la cantidad de personas que hallaríamos en la ruta con el mismo destino y que por ser tan compacta, terminó sumando otro par de horas a nuestro viaje. En puentes, esquinas y granjas que ya eran páramos helados podían verse grupos de ciudadanos con banderas, pancartas y sobrada emoción expresando su apoyo a los camioneros, pero aún más importante, su compromiso con la libertad.
En el ambiente del pequeño carro se alternaban gaitas zulianas y rock en inglés de los 80, entre bromas propias de nuestra gente y serios análisis de la geopolítica mundial. Tengo la impresión de que nosotros compartimos la caribeña magia de saltar de un tema a otro con naturalidad, tratando en una misma discusión cuestiones sagradas y profanas del mundo y sus cosas. Todo eso hizo que el viaje fuese enriquecedor a la vez que divertido.
Una vez llegamos a Ottawa, el centro de la ciudad lucía en caos por la inusitada presencia de miles de camiones, mas el ánimo que reinaba era alegre y solidario. Los venezolanos tenemos experiencia en esto de protestar contra tiranías, pero lo que vi allí no tiene precedentes en mi memoria. El olor a diésel que inundaba la calles, las sirenas y bocinas ensordecedoras de las grandes máquinas, contrastaban con la calidez de los manifestantes que, sintiéndose todos bajo una noble causa común, se trataban con auténtico aprecio y hermandad.
Entre esos miles de manifestantes estuvo el líder del partido popular de Canadá, el honorable Maxime Bernier, quien aún permanece en la capital y expresa el apoyo irrestricto de su partido al movimiento de camioneros, además de exigir el fin inmediato de las medidas sanitarias. Pudimos entrevistarlo brevemente en su rápida marcha por el parque de la Confederación y tuvo la amabilidad de compartir con nosotros algunas palabras de aliento para las personas en el lugar.
Del líder nominal de los liberales y primer ministro, Justin Trudeau, solo se conoció su ausencia, notoriamente excusada en razones de salud. Todo indica que su paradero seguirá siendo incierto mientras los motores de miles de camiones sigan rugiendo frente a la colina del parlamento.
Nosotros, ya de vuelta en casa, nos sentimos hoy felices de haber tomado parte en esta historia, que no es solo canadiense, sino que por sus valores pasa a ser universal. Al final de la jornada de ayer, mientras nos apertrechábamos de suministros en un pequeño restaurante árabe y nos veíamos rodeados de gente feliz con diversos orígenes, razas, religiones y posición social, confirmamos una vez más que no hay mayor unificador que la lucha por la libertad.
Fue hermoso ser testigo de primera mano de la determinación de los ciudadanos canadienses que protestan por sus derechos fundamentales. Seguiré trabajando con Pablo, Carlos y otros tantos colegas de Digital Dominium, para reportar más de estos grandes acontecimientos.
By Alejandro Morales-Loaiza
Twitter: @moralesloaiza
Images: personal archives