Vivimos la era del revanchismo, la era de las cuotas, donde deudas viejas pretenden ser saldadas, al precio que sea y habría que estar viviendo bajo una roca para no darse cuenta.
Y es aquí cuando la izquierda mundial delira de placer puesto que está en su terreno.
Partidos como el demócrata, en todas sus versiones a nivel mundial, siempre han sacado provecho y ganancia de las debilidades del ser humano, de injusticias, abusos y todo lo que pueda resonarle a usted en el lado más sentimental social.
Tiempo atrás cuando hacía vida en el mundo de la moda fue gracias a una psicóloga que entendí como todo esto se movía, y debo decir que fue cuando comprendí a plenitud la pérfida maldad de la progresía.
Todo movimiento social, propuesta, plataforma, movimiento, ONG, espacio, etc. es penetrado por personas con carencias, que se sienten bienvenidas o que no han sido rechazadas allí bien sea por empatía, solidaridad o porque -en apariencia- para nada afecta que estén, sin embargo, esto es capitalizado hasta la última gota por la izquierda.
Por años, el partido demócrata ha capitalizado a los hispanos/latinos, apelando a nuestra naturaleza pasional y sentimental, a problemas como el de inmigración que a la fecha nadie ha tenido la verdadera intención de resolver, pero mientras bien tienen la disposición de lucrarse de ello.
Y así es que por décadas nos han usado para agendas como el aborto, para plataformas como Black lives matters, entre otros miles de despropósitos. ¿Lo peor? Nuestra gente se sigue prestando para ello, sigue dejándose manipular, y año tras año sigue dando su voto a un sector que lejos de resolver sus problemas, solo los glamoriza y los aleja de su naturaleza conservadora, dando como resultado, el desastre con el que ahora tenemos que lidiar.
Quiero creer que no todo está perdido, al ver tantos hispanos/latinos tomando la iniciativa en los Estados Unidos lanzándose al ruedo político por el partido republicano. Viene una imparable ola roja de mano de los nuestros que cambiará la política favorablemente para la nación que nos enseñó a muchos lo que era verdaderamente la libertad.
Sin embargo, hay un problema, que cual elefante rosa está entre nosotros y nadie lo ha enfrentado, si la progresía ha llegado hasta aquí, ha sido por carencias nuestras, y por un papel victimista terrible que le ha dado cómodo lugar a todo esto.
Aprendí algo de un invitado a mi programa Politics in skirts, y es que para que existan víctimas, no solo debe estar la disposición para ello, sino alguien listo y presto para ser “salvador” y capitalizarlo.
¿Estamos criando correctamente a nuestros hijos? ¿Hemos invertido tiempo en nuestra salud mental? ¿Nos estamos rodeando de las personas correctas? Estas son algunas de las preguntas que me hago, y perdone usted estimado lector lo repetitiva, pero es que de aquí empieza todo.
Volvemos a lo de siempre: hogar, valores, fe y salud mental.
En una cabeza hueca, en un corazón sano, en una persona amada, con una crianza fuerte y estructurada no habrá carencias, ni “salvadores”, y, por ende, el victimismo no tendrá adeptos y/o aliados.
Así como nos toca retomar espacios perdidos en la política, nos toca evaluar concienzudamente y a detalle, si estamos haciendo las cosas bien o si, por el contrario, estamos generando víctimas y potenciales aliados e instrumentos al servicio de la progresía.
Voltear el rostro al otro lado, recitar versículos del libro sagrado que aplique o pegar cuatro gritos no es criar responsablemente y las consecuencias con el tiempo siempre se verán.
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
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