En el mundo de las grandes corporaciones multinacionales o multilatinas en el caso de nuestra región, el concepto de Diplomacia Corporativa es bien conocido.
Diferente es el escenario, si consultamos las opiniones de muchos de nosotros que hacemos vida fuera del mundo estratégico de las empresas.

¿Pero porque es importante conocer este concepto?, primero que todo la diplomacia corporativa está en el corazón de una buena gestión estratégica empresarial y está basada en el concepto de ‘interesados” o “stakeholders” en inglés.

En esta manera de conceptualizar y gerenciar la actividad empresarial, se muestra a la organización como un “hub” o “polo” de interrelaciones de múltiples intereses que permiten el desarrollo de la actividad comercial y se benefician de ella.

Estos ‘interesados” están representados por los accionistas, trabajadores, autoridades, proveedores, clientes y todos aquellos involucrados a lo interno o externo con el accionar organizacional.

Un correcto manejo de la Diplomacia Corporativa implica la decisión estratégica de invertir en la recopilación de información de inteligencia (no solo de carácter comercial ) y la utilización de la misma para la elaboración de un mapa de acción que permita establecer las relaciones más relevantes y “poderosas” que puedan representar oportunidades o amenazas para el logro del beneficio de los “interesados” en la Corporación y como construir una percepción favorable y económicamente viable hacia la empresa.

En otras palabras, la Diplomacia Corporativa es el desarrollo de una compañía de inteligencia geopolítica destinada al establecimiento de relaciones positivas y afines con los objetivos empresariales, minimizando los riegos derivados de la influencia de los diferentes grupos de poder que puedan verse afectados o “interesados” en las operaciones comerciales.

Como se puede observar, no existe en la diplomacia corporativa una dimensión de carácter “moral” acerca de la ejecución de la estrategia y, por el contrario, el concepto está más intrínsecamente ligado a la gestión de riesgo, la construcción de una percepción positiva y el retorno de la inversión.

De lo anterior, se desprende la importancia de comprender esta estrategia, ya que nos muestra el pragmatismo de esta y por ende la lógica de su accionar.

Somos nosotros los ciudadanos (y nuestros líderes políticos en consecuencia) los que debemos “introducir” los elementos de orden “moral” y “económico” que nos interesan o afectan al momento de observar que una gran corporación mundial va a iniciar operaciones en nuestros países.

Al estar organizados, con objetivos definidos y capacidad de ejecución, automáticamente seremos tomados en cuenta dentro de la Diplomacia Corporativa, convirtiéndonos en un “factor de poder” reconocido y para el cual se asignarán recursos económicos y humanos para la construcción de una percepción “positiva” hacia la empresa.

Por supuesto este reconocimiento y recursos adicionales representan una oportunidad para nuestra sociedad, sin embargo, nuestra capacidad de ejercer Contraloría sobre nuestros políticos de turno para que ejercen su papel de “stakeholders” de nuestra “Corporación social” y garantes del elemento ético-moral inexistente dentro del accionar diplomático corporativo sea fundamental.

Es una lógica transaccional que puede ser algo fría para algunos, pero que en la práctica puede representar una gran oportunidad para nuestras comunidades, dando una opción “real” de “negociar” mejores términos con estas grandes corporaciones, algo que pude traducirse sin duda alguna en riqueza y mejoras en nuestra calidad de vida.

By: Pablo J Suarez Mieles

 

Cover Image: Samson on Unsplash

 

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