A tan solo horas de la jornada más reciente de “elecciones” en mi natal Venezuela, es inevitable para mi hacer algunas reflexiones que espero al menos hagan pensar a quienes tengan a bien leerme.
Fue en extremo doloroso el ser testigo presente y mudo de cuando menos los últimos 15 días de campaña electoral, donde solo se presenció un grupo de individuos, que representan supuestamente a la ciudadanía, a espaldas con todo propósito de esos mismos ciudadanos, ejerciendo los recursos más bajos y palurdos vistos a la fecha desde los inicios de la historia democrática del país.
Campañas diseñadas como para personas sin cerebro, apelando al populismo más barato y fétido del que se tenga conocimiento, chantajeando una vez más a la ciudadanía, con un “ahora sí” “esta vez sí” y el rancio “es que hay que celebrar la democracia, y cuidar los espacios”, como si en tiranía hubiera algo cuidable.
Como si fuera poco, a lo largo de esta jornada electoral, se erigieron los dictadorzuelos digitales que nadie vio venir, llamando a hacer listas de quienes votaron, y quienes no votaron, para “recordar sus nombres”. ¿Acaso no fue suficiente la Gestapo moderna creada por Luis Tascón en su momento? Si usted vota es porque tiene más de 18 años de edad y según la ley tiene la madurez de discernir si debe o no ejercer ese derecho.
Los insultos de unos a los que votaban y los reclamos con inquina de quienes si votaron a quienes no, fueron absolutamente despreciables como innecesarios. Lejos de acercar, son posturas que alejan y son por el contrario son aliciente a hacer la fractura que nos separa, aún más grande. No es una movida inteligente.
El circo barato montado por unos y otros culminó con una jornada vergonzosa, grotesca, de poca monta. Lo de siempre, pero esta vez magnificado a la enésima potencia. Me recordaron a la icónica escena de las langostas en The exorcist III, donde se devoraban los restos de lo que encontraban a su paso con hambre y desespero.
Hice cobertura en vivo para uno de los medios que dirijo, y conversando con los especialistas, se reiteró lo que tengo tantos años mencionando y denunciando. Es imperativo que los hombres y mujeres de bien tengan el coraje, el pulso firme y la determinación de cambiar las cosas, urge pedagogía y educación política, pero por sobre todas las cosas, es absolutamente necesario que los venezolanos empiecen a ejercer su papel de ciudadanos, sin posiciones mediocres o acomodaticias, donde sea lo normal, pedir rendición de cuentas a los políticos, quienes en otros tiempos vivían de nuestros impuestos, ahora hay más preguntas que respuestas en ese particular.
Venezuela duele, porque por momentos y con frecuencia, parece irremediablemente perdida en las garras de la mediocridad, del chavismo, y de la entrega de sus ciudadanos que no han sido atinados en sus formas y coherencia en sus maneras.
Dueles Venezuela, hoy me dueles más que de costumbre.
¡Hasta la próxima!
By: Jennifer Barreto-Leyva
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