El Primer ministro canadiense Justin Trudeau presionado fuertemente para encontrar una justificación al uso de la controvertida ley de emergencia (reservada para periodos de guerra o de conmoción publica) sobre los camioneros manifestantes, a una protesta ya desaparecida (al menos en Ottawa la capital) ya sin los bloqueos fronterizos y con los principales líderes de los convoyes bajo custodia, buscaba desesperadamente este lunes 21 de febrero aliados y los encontró en la izquierda del país norteamericano consiguiendo la ratificación de la medida en el parlamento federal.
El líder del NDP, Jagmeet Singh, quien se puso del lado del gobierno para aprobar la Ley, ha decidido que la opción más represiva en la historia del país en relación con una protesta civil no violenta sea “justificada” algo por lo menos contradictorio con el discurso ampliamente manejado por el líder del partido más “progresista” de Canadá sobre el apoyo a las libertades, la diversidad e inclusión y sobre todo a la búsqueda del bienestar para las capas más populares de la población.
A partir de ahora será difícil entender como esta izquierda canadiense podrá oponerse al uso de esta ley para combatir ataques violentos contra gasoductos o para contrarrestar cualquier confrontación armada futura con las Primeras Naciones u otra manifestación “popular” que pueda darse en el país.
Así mismo, llama poderosamente la atención la total solidaridad que la bancada del NPD otorgó a otros mecanismos empleados por el gobierno de Trudeau para “eliminar” la protesta pacífica de sus ciudadanos, tal es el caso de la supervisión financiera para dificultar la financiación colectiva de actividades, la encarcelación masiva de manifestantes y la persecución de ciudadanos simpatizantes del movimiento de los camioneros.
Finalmente, en Canadá la izquierda “progresista” se revela como simpatizante de un nuevo orden social controlado por los más poderosos del momento y sin rubor apoya el uso de la fuerza más implacable (para los estándares canadienses) en contra de un sector que forma parte de las “clases populares” que juran siempre defender, pero que circunstancialmente (al menos en este caso) no son convenientes para los intereses del gran partido naranja de Canadá.
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