Archie Battersbee, un pre-adolescente inglés de 12 años ha sido el protagonista más reciente de los titulares noticiosos alrededor del mundo y no por la mejor causa.

El 7 de abril del 2022 fue encontrado por su madre, asfixiado, y casi sin vida en casa. Todas las evidencias indican que estaba cumpliendo el más reciente reto de Tik Tok, donde debes aguantar la respiración, ayudado por objetos externos, o de lo contrario pierdes.

Desde entonces los padres de Archie, se avocaron a una batalla legal agotadora y dolorosa, por mantenerlo vivo a través de aparatos médicos. El hospital insistió en desconectarlo de toda ayuda respiratoria, hasta que finalmente ganaron la batalla. Luego de dos apelaciones, el último juez que conoció de la causa dijo textualmente, que a Archie se le debía permitir morir, que era necesario proteger la muerte y no prolongar más su vida.  Palabras que como legisladora y pro-vida me repugnan y causan profunda indignación, sin embargo, no me extrañan para nada.  Vivimos en la era de la cultura a la muerte, y por desgracia, estas causas, siempre encuentran adeptos, que desafortunadamente magnifican este discurso, como en esta oportunidad.

Al conocer su caso, fue inevitable para mi viajar en el tiempo y no recordar el caso de Terri Schiavo el cual seguí paso a paso y minuciosamente. Por todo lo que este involucraba, y por qué, además, me encontraba estudiando mis últimos años en la escuela de derecho y como todos mis colegas, pensaba que podría cambiar al mundo.

Lamentablemente, no me equivoqué el día 28 de julio, cuando lo hice público en mis redes sociales.

En este caso, hay dos temas que encuentro bien delicados y que nadie está mencionando.

El primero: ¿qué hace un jovencito de 12 años con celular y redes sociales? ¿Por qué los padres de esta criatura no estuvieron inspeccionando lo que él consumía en redes, con quien hablaba, qué contenido veía?

No soy madre aún, pero la lógica y el sentido común, me indican que todo padre y madre debe monitorear lo que sus hijos ven, hablan y con quien. Eso fue lo que hicieron mis padres conmigo. El mal habita entre nosotros, en los rostros más amables y cercanos. Eso de bajar la guardia, al menos conmigo no va.

El segundo punto: ¿Por qué el estado a través de sus distintos órganos y representantes tiene injerencia a este punto, en la vida de los ciudadanos? ¿Quién es el hospital para decirle a unos padres que deben dejar morir a su hijo? ¿Cómo es que nadie se escandaliza que un juez de la república esboce tan alegremente que hay que proteger la muerte y no prolongar la vida de alguien?

¿Por qué la familia de Terri Schiavo y Archie Battersbee, tuvieron que presenciar el momento tan doloroso y macabro, donde sus familiares literalmente morían delante de ellos sin poder hacer nada, porque el estado así lo prohibió?

Lo encuentro escandaloso, aberrante y enfermizo, rozando en lo mórbido, además.

Criar a los hijos en mancuerna con el estado, no es una opción y nunca lo será, para quienes tenemos dos centavos de sentido común.

Me pregunto: ¿Usted se ha paseado por el escenario que se plantea con la crianza de los niños, la agenda de la ideología de género y toda la aberración galopante en el mundo? ¿Qué está haciendo con esto y contra esto?

¿Está usted realmente atento a las cosas con las que juega y consume sus hijos?

Aquí hay muchos debates que plantearnos, y me preocupa el miedo de hablar, sumado a la dejadez de muchos padres, que a pesar de que hay (aunque sea pocos) espacios para discutir y educar de esto, prefieren no prestar atención y dejar que la ola del mar los vaya arrastrando.

¡Ay del futuro! Porque el presente, mal, muy mal que va…

 

¡Hasta la próxima!

By: Jennifer Barreto-Leyva

 

CEO @politicaenfaldas & @politicsinskirtsAuthor | TV/radio host

 

¿Te gusto este contenido?, contribuye ahora, toda ayuda hace la diferencia, Gracias ¡

https://www.givesendgo.com/digitaldominium/donate

Author avatar
Español