Vivimos en una era hiperdigitalizada, donde ya se coquetea con el reemplazo del capital humano en fábricas con robots con los que han logrado un escalofriante parecido con el ser humano, y lejos de aplaudirlo, personalmente me preocupa y mucho.
Esta semana, ahondando en este tema, quisiera dedicarlo a los niños, nuestros niños, que están en un momento de peligro como no lo habían estado jamás, producto en buena parte de la tecnología.
Se habla mucho de no permitir que menores de edad tengan redes sociales, puesto que no están listos, ni tienen la madurez como para manejar con lo que se van a topar en el mundo 2.0 y aunque en flojos esfuerzos las redes sociales restringen que personas menores de 13 años puedan abrirse cuentas en las distintas redes, de alguna forma siempre encuentran como burlar esto y logran su propósito.
Más delicados son los casos de padres que le abren redes a sus hijos y los exponen. Los están echando a los brazos del mismísimo infierno sin retorno.
Así mismo muchos especialistas, activistas e inclusive padres, han desmenuzado y compartido el alto peligro que representa exponer a los niños en internet, por inocente y cuidada que sea la publicación, desafortunadamente estamos rodeados de depredadores y pedófilos que encontrarán seductora y atractiva la foto más tierna, inocente y conmovedora de sus hijos. Esto no es poca cosa.
Recientemente tuve la oportunidad de conversar con Alex Rosen en mi programa Politics in skirts, es un joven oriundo de Texas quien se dedica a atrapar pedófilos como facilitador de la policía, y me explicaba que los depredadores sexuales habían cambiado de escenario y formas en su despreciable accionar.
“Ya no van a los parques, los niños ya no juegan. Ahora los atrapan vía online, los niños ahora solo juegan con video juegos, están pegados a tabletas, computadoras o los celulares de sus padres, y es ahí donde hacen de las suyas con toda tranquilidad” me explicaba Rosen.
Y es que hemos cambiado a la televisión como niñera, por dispositivos electrónicos. Considerablemente más irresponsable y peligroso, puesto que con la agenda de adoctrinamiento atroz que estamos viviendo literalmente estamos lanzando a nuestros niños a la hoguera de las aberraciones, sin más.
No son pocos los descubrimientos que hemos hecho muchos, de nada fortuitas escenas con contenido sexual, ideológico y político en películas, videojuegos, canales de YouTube entre otros, dirigido a menores de edad. Esto, créanme, no es casualidad.
Pero como no es suficientemente grave, tenemos el aspecto psicológico y emocional profundamente intervenido, gracias a la digitalización que experimentamos en la actualidad.
Especialistas en salud mental como el Psic. Pablo Muñoz Iturrieta y la Psiq. Marián Rojas Estape, han explicado con detalle en repetidas oportunidades, el profundo daño que ocasiona en nuestros niños el estar literalmente adheridos a televisión, celulares, videojuegos y afines. Se afecta la inteligencia emocional, el desarrollo, la capacidad cognitiva y volitiva, entre muchas otras cosas.
Y los adultos no nos escapamos de todo esto, pero eso será tema otro día.
Estamos en presencia de una futura generación de tontos, que tendrán cero capacidad de respuesta, automatizados y con escaza materia gris para sumar cuanto es uno más uno. Solo por nombrar algunas de las desgracias procuradas que se nos avecinan.
Y perdón que meta a la familia, el buen vivir y las costumbres en todo, pero mi naturaleza conservadora quizá me orilla a hacerlo siempre.
¿Dónde queda la responsabilidad como padres? ¿Dónde están las memorias que debemos crear con nuestros hijos? ¿Nuestra interacción con ellos a donde se fue?
Adiós a todo contacto humano, a momentos en familia, a juegos de mesa, a tradiciones. Parece que ya es cosa de ayer poner a trabajar la inteligencia, retar la mente, estimular el cerebro, crecer como seres humanos y desarrollarnos.
Los aparatos que usamos cada vez más inteligentes, y nosotros sus usuarios, cada día más involucionados.
Cuidemos a los niños, por donde se mire, la digitalización lejos de beneficiarles, les perjudica y mucho.
Dejémoslos al mejor estilo de los buenos tiempos de MTV Unplugged, si es que acaso queremos verlos crecer sanos, y lo suficientemente fuertes como para enfrentar lo que les espera.
¡Hasta la próxima!
Por Jennifer Barreto-Leyva
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